Una reciente experiencia me llevo a confirmar lo que siempre he sostenido y me ha disgustado: en este país hay gente que no hace lo que debe hacer y gente que no exige lo que tiene que exigir.
Ocurrió en una farmacia del centro donde concurrí a buscar la popular Buscapina :
-Señor…?
-Buscapina
-La redondita o la larguita?
-Esa pregunta suya no tiene nada de profesional; no sabía que ese medicamento se expedía por formato. Debería explicarme que propiedades tiene una y otra para elegir la que sea más adecuada a mi malestar.
-Bueno, una tiene paracetamol y la otra dipirona.
-Estamos igual porque no sé cuál de ellas servirá para aliviar mi dolencia. Deme con el farmacéutico, por favor.
-No, no está. Salió a buscar unos medicamentos.
-Usted no sabe que es obligatoria la permanencia de ese profesional en toda farmacia?
-Sí, lo sabemos pero salió. Espérelo, ya va a venir. Aquí todos hacemos de todo.
Aquí cerró el dialogo. Me fui a otra farmacia donde palabras más palabras menos se repitió la escena. Me pregunto: el dueño del negocio o el farmacéutico o un gerente no deberían instruir, capacitar o especializar a sus empleados en la atención al público de un rubro tan particular y especifico?. Porque no están expendiendo azúcar, harina o arroz.
No alcanza con saber en qué estante, vitrina o caja están cada uno de los medicamentos.